Currículum académico: Hervé Couton ha centrado el interés de su obra fotográfica y artística en los murales y ambientes realizados en espacios urbanos, que muestran la necesidad de expresión espontánea del individuo como ente creador. Sus fotografías han sido expuestas en galerías e instituciones culturales; y se han publicado en la principales revistas y medios de arte y arquitectura outsider.
Resumen: En 1990 Gallo dejó su gran apartamento en el centro de La Habana y se estableció con su esposa Emilia y sus niños en dos pequeños pisos en un edificio deteriorado del barrio de Alamar. Entre las carencias materiales y la muerte de su esposa, la vida diaria se le hizo tan difícil que llegó a considerar el suicidio, pero la creación se convirtió en su nueva fuerza motriz. Gallo empezó a recoger materiales reciclados y creó un jardín de esculturas e instalación que llamó “Jardín de Afectos”, y luego dentro de casa creó “La Galería de los Afectos”.
Palabras clave: materiales reciclados , jardín, esculturas, instalación, Alamar.
Abstract: In 1990 Gallo left his large apartment in the center of Havana to settle with his wife Emilia and their children in two little apartments in a deteriorated building in Alamar, with essential infrastructures either unfinished or not maintained. Daily life had become so difficult for him that he considered suicide, but creation became his driving force. Gallo gathered recycled materials and began to create a garden of sculptures and installation that he named the “Garden of Affections”.
Keyword: recycled materials, garden, sculptures, installation, Alamar.
Texto: Héctor Pascual Gallo Portieles (conocido como Gallo) nació en 1924 en Campo Florido, Cuba. Actualmente vive en el barrio Alamar de La Habana, cerca del mar, en un área donde los turistas rara vez se aventuran. Este vecindario es conocido por sus bloques de edificios de la década de 1970 que habían sido construidos con la ayuda de la antigua URSS, con ellos se pretendía alojar a 50,000 personas y que les ofrecieran todas las comodidades de la era moderna. Hoy, sin embargo, unas 120,000 personas viven allí, en condiciones materiales bastante difíciles por el deterioro de las edificaciones, con infraestructuras sin terminar y sin el adecuado mantenimiento. Los cubanos llaman a esta área «Siberia».
Gallo comenzó su vida como en una novela. Su padre estaba en exilio junto con el poeta José Martí, y había sido alcalde de su pueblo hasta un día de 1936 en que las disputas políticas lo obligaron a renunciar a su trabajo. Esto se convirtió en un período de gran incertidumbre económica para la familia que Gallo sufrió, siendo el más joven de seis hermanos. De ahí que no fuera a la escuela y se convirtiera en barbero. Durante su juventud, sintió simpatía por los «barbudos» de la Sierra Maestra, y esto lo llevó a participar en acciones de apoyo a la Revolución. El 19 de diciembre de 1960, Fidel Castro lo convocó para pedirle que se convirtiera en diplomático y al mismo tiempo, usar su posición para recabar información; Gallo cuenta cómo fue el primero en obtener información sobre la invasión de Bahía de Cochinos en 1961, después de que el presidente de los EE. UU., John F. Kennedy la invadiera. Permaneció en ese puesto diplomático durante 31 años, tiempo durante el cual viajó por 27 países.
Después de su retiro laboral, durante los años del «período especial» en Cuba, etapa de grandes dificultades económicas tras la caída de la Unión Soviética, Gallo ya no podía ganar lo suficiente para alimentar a su familia. Razón por la que en el verano de 1990, dejó su gran apartamento en el centro de La Habana, donde habían vivido tres generaciones, para establecerse con su esposa Emilia y sus hijos en dos pequeños apartamentos de un edificio en Alamar. Por esos años la vida cotidiana se había vuelto tan difícil para él, incluso llegó a considerar el suicidio.
Fue entonces cuando un parachoques de automóvil abollado, que un vecino le había traído, le dio la idea de divorciarlo de su función original y darle una nueva vida como escultura. Gesto que también trajo una nueva vida a Gallo: pasó de ser un hombre roto a alguien del que emanaba sensación de vitalidad; la creación se convirtió en su fuerza motriz. Poco a poco, Gallo reunió materiales reciclados, máquinas y electrodomésticos deteriorados (televisores, calculadoras y más); los almacenó, los ordenó y comenzó a crear un jardín de esculturas e instalaciones que denominó El Jardín de los Afectos, para rendir homenaje al amor y al optimismo. Ha poblado este jardín, adyacente a su departamento, con todo tipo de instalaciones, que en la mente de algunos espectadores, hacen referencias a tumbas. Gallo transforma los objetos con una multitud de aforismos personales que le otorgan un nuevo sentido, entre ellos: «Aquí, todo lo que se hace es de acuerdo con lo que se espera”; “Todo lo que se dice se basa en lo que se siente”; “Uno respira libertad, respira y exhala su reverso – 2015 «; » Larga vida a la igualdad que se destaca de manera diferente”. Se encuentran también muchas esculturas de autorretratos, a menudo reducidas a formas redondas y simples, representadas con barbas y dientes, o les incorpora un par de anteojos.
En el interior de su pequeño departamento, todas las paredes están cubiertas de objetos y conjuntos diversos, cada uno con su propia historia. También se encuentran muchos autorretratos, ya sea construidos o entrelazados con fotografías. Gallo ha nombrado este espacio como La Galería de Afectos (Galería de Afecciones).
Algo aparte del Jardín de Afectos, en un pasadizo conocido y frecuentado por los lugareños, Gallo ha preparado su tumba al pie de un gran árbol del que emana, para él, la fuerza vital de sus afectos, y alrededor del cual instaló varias de sus esculturas. Debajo de una cruz pintada en el tronco del árbol, con las palabras «Fe, amor, paz y respeto», espera que algunas de sus cenizas se dispersen ahí, «mientras nadie se oponga».
Desde la muerte de Emilia en 2016, Gallo vive solo, asistido por vecinos y amigos. Con su barba y cabello largo, sus brazaletes y cuentas, a los 93 años, Gallo parece un profeta. A pesar de que está creando menos en estos días, recibe visitantes que se interesan por su trabajo con gran placer; y cuando les habla, lo hace desde esa calidez y ternura, que refleja su filosofía de vida humanista.
Text: Hector Pascual Gallo Portieles (known as Gallo) was born in 1924 in Campo Florido, Cuba. He settled in the Alamar neighborhood of Havana, near the sea, in an area where tourists rarely venture. This neighborhood is known for its 1970s-era blocks of buildings that had been constructed with Russian aid: it was intended that they would house 50,000 people and offer them all the comforts of the modern era. Today, however, some 120,000 people live here, under rather difficult material conditions in deteriorated buildings, with essential infrastructures either unfinished or not maintained. The Cubans call this area “Siberia.”
Gallo began his life as if in a novel. His father was in exile along with poet José Martí, and had been mayor of his village until the day in 1936 that political disputes required him to quit his job. This became a period of great economic uncertainty for the family, and it was felt strongly by Gallo, the youngest of their six children. He didn’t go to school and he became a barber. As a young man, he felt sympathy for the “bearded ones” of the Sierra Maestra, and this led him to become involved in actions supportive of the revolution. On December 19, 1960, Fidel Castro summoned him to ask him to become a diplomat and – at the same time – to use his position to gather information. (He tells, for example, how he was the first to obtain information about the 1961 Bay of Pigs invasion, after it was green-lighted by U.S. President John F. Kennedy.) He remained in this position for 31 years, and traveled to 27 countries during that time.
After his retirement, during the years of Cuba’s “special period” of great economic difficulties following the fall of the Soviet Union, Gallo no longer was able to earn enough to feed his family. During the summer of 1990, he left his large apartment in the center of Havana – where three generations had lived together – to settle with his wife Emilia and their children in two little apartments in a building in Alamar. Daily life had become so difficult for him that he considered suicide.
It was then that a battered car bumper, brought to him by a neighbor, gave him the idea to divorce it from its original function and give it new life as sculpture. It brought a new life to Gallo as well: he grew from being a broken man to one who exuded a sensation of living: creation became his driving force. Little by little, Gallo gathered recycled materials, deteriorated machines and appliances (televisions, calculators, and more); he stored them, he sorted them, and he began to create a garden of sculptures and installation that he named the Garden of Affections, to pay homage to love and optimism. He has populated this garden, adjacent to his apartment, with all kinds of installations that, in the minds of some viewers, reference tombs. Gallo has enhanced them with a multitude of personal aphorisms; examples include: “Here, everything that is done is according to what was expected, everything that is said is according to what is felt. One breathes liberty/breathe it in and breathe out its reverse – 2015” and “Long live equality that stands out differently.” One also finds many self-portrait sculptures that have often been reduced to a simple round form or are represented with a beard and teeth, enhanced with a pair of glasses.
On the interior of his small apartment, all of the walls are covered with objects and diverse assemblages, each with its own story. One also finds many self-portraits, either constructed from or interwoven with photographs. He has named this space the Galería de Afectos (Gallery of Affections).
Somewhat apart from the Jardín de Afectos, in a passageway known to and frequented by the locals, Gallo has prepared his tomb at the foot of a large tree from which emanates, for him, the life force of his affections, and around which he has installed his sculptures. Underneath a painted cross on the tree trunk, bearing the words “Faith, Love, Peace, and Respect,” he hopes that some of his ashes will be scattered here, “as long as no one objects.”
Since Emilia’s death in 2016, Gallo lives alone, assisted by neighbors and friends. With his beard and long hair, his bracelets and beads, at age 93 Gallo looks like a prophet. Although he is creating less these days, he receives curious visitors interested in his work with great pleasure, and when he speaks to them, it is with a warmth and tenderness that reflects his humanist philosophy of life.







